Análisis de Injection π23 “No name, no number”

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Injection π23 “No name, no number” supone el retorno a nuestros días del género survival horror más clásico, con todas sus virtudes y defectos, así como alguna que otra mejora. Es innegable la influencia de la saga Silent Hill en este título, por lo que es inevitable no compararlo con el mismo tal vez no sería algo justo, ya que Silent Hill tiene tras de sí a la propia Konami, una gran empresa con muchos desarrolladores y un equipo concreto, el Team Silent para estos títulos, en cambio Injection π23 está desarrollador únicamente por Abramelin Games, un estudio de una sola persona, J.A.M. (Juan Antonio Muriel) y una serie de colaboradores, además de la ayuda proporcionada por PlayStation España a través de su programa de apoyo a los desarrolladores independientes, PS Talents. A pesar de esta diferencia, salvando las distancias, podemos adelantar que el trabajo se acerca bastante al resultado buscado.

Para comenzar el análisis pasemos a analizar la historia. El título nos sitúa en una localización bastante atípica para los videojuegos a los que acostumbramos a jugar y, es que, si ya es raro que un videojuego tenga lugar en España, mucho más es que la historia del mismo se desarrolle en un pequeño pueblo de Málaga, el propio pueblo del creador, Villanueva de Tapia. Una localización, según comenta su creador, idónea para un juego del estilo. Una decisión, desde mi punto de vista, bastante inteligente, no sólo para ahorrar costes, sino también para ahorrar tiempo, no es lo mismo replicar algo en 3D que crear de 0 una localización y luego modelarla por completo, aunque de igual manera, suponemos que habrá modificado algunos lugares según la conveniencia de la trama o la jugabilidad.

La historia propiamente dicha mezcla varios temas, el robo de bebés, una secta satánica, así como la verdadera lucha de nuestro personaje, que es contra su interior y sus propios miedos. De igual manera, hay que aclarar que la historia es bastante críptica y desordenada en ocasiones, por lo que no hay una interpretación correcta acerca de la misma, así que conforme más gente vaya jugándolo, más teorías acerca de la misma irán surgiendo.

La historia se cuenta a través de las cinemáticas, que suelen aparecer entre los diferentes capítulos, aunque también en algunas ocasiones durante ellos.  Unas cinemáticas en blanco y negro, en las que a veces puede costar distinguir qué estamos viendo o qué personajes aparecen, algo buscado también por el creador, para que la historia continúe siendo tan enigmática como busca. Además, los propios escenarios y los elementos que veamos en el mismo también nos darán a entender qué está sucediendo. Finalmente, iremos encontrando diferentes documentos, como recortes de periódicos o notas escritas, que nos darán nuevas pistas para resolver puzzles o nos contarán detalles de la historia.

Y es que es esto último la gran base y punto fuerte del juego, los puzzles. Al igual que ya ocurría con Silent Hill, los enemigos que nos encontrábamos no eran más que estorbos y elementos que nos entorpecían al ir de un rompecabezas a otro. Algo que nunca me ha agradado, en este tipo de juegos siempre me gustó más el resolver los puzzles y, sobre todo, entender el porqué de la solución más que los combates o el sigilo y escapar de los enemigos. Aunque es de entender que mucha de la tensión que trata de generar el propio juego no existiría si no hubiera rondando enemigos que nos mataran.

Por una parte, el combate, como suele pasar en estos juegos es algo torpe y no termina de convencerme. Aunque el propio juego, en uno de sus consejos advierte que atacar no es siempre la opción más inteligente: las balas escasearán, por lo que nos aconseja que cuando tengamos la alternativa de esquivar a los enemigos la usemos, en vez de intentar liquidarlos a todos.

Los puzzles, por su parte, son lo mejor del juego. Complicados desde el principio, pero en la gran mayoría de ocasiones he llegado a descubrir por qué se solucionaban de dicha forma. La dificultad de los mismos va incrementando, además de que, si queremos un reto aun mayor, tendremos un modo difícil con más y más complicados rompecabezas. El juego también nos avisa, la solución del mismo siempre estará rondando por los niveles, por lo que, si no conseguimos solucionar alguno, lo mejor es explorar un poco más por la zona que debe haber algún documento, objeto o algún otro dato que hemos obviado. A pesar de que no se me ocurre una opción mejor de solucionar esto, en algunas ocasiones me ha molestado un poco, cuando, como digo, me faltaba algún elemento para poder seguir avanzando, el juego se convierte en ir corriendo mientras pulsas equis por todos lados hasta que encuentras lo que necesitas.

Por otro lado, tenemos las distintas cámaras que nos ofrece el juego y que, como los puzzles, es una de las mejores características que tiene el juego. Con la cruceta podremos cambiar de cámara instantáneamente, primera persona, tercera persona con cámara libre, tercera persona con cámara automática o cámara fija. De base este punto sólo podía sumar al juego, cuantas más opciones se den a los usuarios mejor. Pero es que como digo, está magníficamente ejecutada, con simplemente tocar un botón podemos cambiar la perspectiva de juego, sin tener que entrar en menús ni nada por el estilo. Los más puristas seguro que prefieren usar la cámara fija, aunque para mí, la mejor elección es no tener elección, e ir cambiando la vista conforme a la situación cuando estemos jugando.

Otra de las mecánicas jugable que quería resaltar es el cansancio. Ya se le criticó a Dark Souls 2 que la barra de estamina tardaba mucho en regenerarse, en Injection π23 me he encontrado con lo mismo. Para mí el mayor problema que tiene el juego, el protagonista tarda muy poco en cansarse y mucho en recuperarse, por lo que muchas veces los enemigos nos matarán por ello y, en ese caso, puede deberse a nuestra gestión de la propia barra, pero que en otras ocasiones, como cuando me he referido a que nos falta un elemento para resolver un rompecabezas y solo nos queda correr por la zona pulsando equis hasta que lo encontremos, este cansancio hace que el juego se vuelva un tanto tedioso en estos tramos.

Antes de pasar a los aspectos técnicos de Injection π23, terminemos con el inventario y la interfaz. A igual que en los títulos clásicos, tenemos un menú para almacenar objetos, donde podremos observarlos más de cerca, haciendo uso de la función de rotación del mando, así como crear nuevos objetos como curaciones o los objetos de guardado, que al igual que en los primeros títulos de la saga Resident Evil, son limitados. Por otro lado, la interfaz es muy limpia, los marcadores arriba a la izquierda, así como las barras de vida y cansancio en la misma posición y el resto de la pantalla para nosotros.

Ahora bien, aunque en los apartados gráficos y sonoros es, tal vez, dónde más cojee el juego, debo recordar que el título está hecho por una sola persona, por lo que un regular para este juego equivale a un notable para otros. La recreación del pueblo creo que está bastante bien conseguida, además de las distintas localizaciones dentro del mismo. Alguna textura plana o repetida, nada que no nos encontremos en algunos de los juegos triple A que salen todos los años. Lo que sí he echado en falta es un poco de animación para la cara del protagonista, que tuviera varios rostros para según la situación. Por otra parte, aunque esto ya es cuestión de gustos, el diseño de los enemigos, aunque creo entender por qué tienen esa forma, no llega a gustarme.

El apartado sonoro de Injection π23 está un poco por encima del aspecto gráfico. El desarrollador del título, según la propia web del estudio, compone música desde 1999, algo que se nota en la banda sonora que nos acompaña durante nuestras partidas. Además, es de agradecer que un título pequeño como es este, haya incluido actores de doblaje españoles.

Conclusión

Un título que trae lo mejor de los clásicos survival horror, pero con nuevas funciones como la opción de cambiar de cámara en cualquier momento y la implementación de la resolución de puzzles por voz y otras posibilidades que nos da la tecnología actual.

Probablemente Injection π23 no sea un título para todos, es un juego difícil desde un principio y si lo queremos completar al 100% tendremos que echarle muchísimas horas.

Independientemente de esto si te llama mínimamente la atención el juego hay varios motivos para adquirirlo. El primero de ellos es el precio, 9,99 €, un regalo para los amantes del género y un precio muy accesible para curiosos. Además de que es un juego creado en nuestro país y una de la mejor forma de apoyar a la industria y, sobre todo, a los desarrolladores independientes de aquí es comprando sus juegos y más si son buenos como este.

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