‘The Last of Us’ (1×03): desde ya, un firme candidato a mejor episodio del año

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The Last of Us Episodio 3

Al adaptar un videojuego a serie (o película), lo ideal es conservar la esencia de la obra original sin llevar a cabo un simple calco. La columna vertebral de ‘The Last of Us Parte 1‘ y ‘The Last of Us Parte 2‘ está constituida por las luces y sombras del amor (en sentido amplio), así como por la necesidad de persistir y sobrevivir.

Presumiblemente, vamos a poder observar estas dinámicas en la travesía televisiva de Joel y Ellie. Sin embargo, ha sido un bottle episode (episodio con presupuesto, localizaciones y reparto limitados) el que ha conseguido entender y transmitir esos elementos fundamentales maravillosamente. Ese episodio ha sido ‘Mucho, mucho tiempo‘, una obra maestra que recordaremos durante mucho tiempo.

A partir de aquí, habrá spoilers del tercer episodio.

Un amor nacido en la barbarie

Tras el traumático final de ‘Infectados‘ (aquí tienes la crítica que realizó nuestra compañera Laura Carnicer), Joel y Ellie se dirigen hacia la casa de Bill y Frank para, teóricamente, dejar la niña a su cargo. Dicho esto, se produce un flashback que nos hace viajar 20 años en el pasado. Comienza así el relato de cómo Bill y Frank se conocieron, se enamoraron, vivieron y, finalmente, murieron juntos.

Estructuralmente, estamos ante una clase magistral sobre el uso de las elipsis. Así, la historia es cortada y retomada en los momentos idóneos para transmitirnos la información necesaria, emocionarnos e, incluso, generar en nosotros el suspense preciso para que el ritmo y nuestra atención no decaiga en ningún momento.

Esto se consigue convirtiendo cada escena en igual de necesaria que la anterior. Nada sobra en un guion prodigioso que emula una de las virtudes principales del videojuego: la narrativa sobria, sin melodrama, cruda y tremendamente emotiva. De esta manera, Craig Mazin demuestra que lo de ‘Chernobyl‘ no fue un éxito aislado.

Bill y Frank, Frank y Bill

The Last of Us Episodio 3

Estos puntos positivos se extienden a la construcción de los personajes de Bill, interpretado por Nick Offerman (Ron Swanson en ‘Parks and Recreation‘), y Frank, encarnado por Murray Bartlett (Armond en ‘The White Lotus‘). Su relación es realista y se edifica sobre sutilidades que la hacen avanzar con una solidez y una sensibilidad extraordinarias.

Esto no sería posible sin la labor de los citados Offerman y Bartlett. El primero prueba lo teorizado por Vince Gilligan (creador de ‘Breaking Bad‘) y recordado por Craig Mazin en el recomendable podcast oficial de la serie: los actores de comedia tienen un talento especial para lo dramático. Offerman compone un personaje duro y hermético que, no obstante, se rompe muy convincentemente cuando la ocasión lo requiere. Se trata de una muy agradable sorpresa que, sin duda, debería facilitarle la llegada de una mayor cantidad de papeles relevantes en el futuro cercano.

Qué decir de Bartlett. Su Frank desprende carisma en cada frase, gesto y mirada. Enamora a la cámara, lo que otorga mayor credibilidad a los sentimientos de Bill. Su vitalidad impregna cada fotograma y potencia la desazón que nos provoca su repentina decadencia física. Es un factor diferencial para lograr la empatía que la historia requiere del espectador.

Asimismo, ambos muestran una química innegable entre ellos. Hay verdad en cada una de sus interacciones. Su ternura traspasa la pantalla. Sus conflictos no son meramente epidérmicos. Sus momentos finales transmiten un amor puro y melancólico que nos revelan a unos actores comprometidos con su trabajo hasta las últimas consecuencias.

Lo que queda de nuestra calidez

The Last of Us Episodio 3

Hay un nombre clave si hablamos de lo conseguido por ‘Mucho, mucho tiempo’: el director Peter Hoar. Su puesta en escena logra que una historia hermosa sobre el papel se transforme en sublime. Sin dejar de ser contundente, opta por una elegancia que provoca tantas lágrimas como gestos de asombro.

La escena del piano es un buen ejemplo de esta delicadeza. La coreografía de los intérpretes se alía con unos planos cercanos, pero respetuosos, para retratarnos sin ambages ese momento en el que dos personas retiran sus escudos para manifestarse el irrefrenable deseo que sienten.

Entonces, tras el inicio del amor, una luz cálida se instala en los rincones del hogar, antes dominado por la oscuridad y frialdad desprendida por el ermitaño Bill. Eso sí, la fotografía se ve acompañada de una cuidadosa dirección de arte que decora la casa con objetos que reflejan el deseo de vivir que Frank ha traído consigo. Todo está cuidadosamente reflexionado y ejecutado.

Esa luz esperanzadora también está presente en el exterior. En ese sentido, es memorable la escena de las fresas, bellamente fotografiada para reforzar lo que las interpretaciones nos quieren hacer llegar: el amor es capaz de abrirse paso incluso en los contextos más despiadados.

Por desgracia, la realidad puede ser cruel y paradójica, lo que explica la explosión de luz cálida, en este caso, amenazante cuando se produce el ataque por parte del grupo armado. Es una escena de acción ejecutada solventemente que nos prepara para lo que está por venir en los siguientes minutos.

Pura emoción

The Last of Us Episodio 3

Una última elipsis nos lleva a un punto en el que Frank se ve aquejado de lo que parece una especie de esclerosis. Bill tiene que cuidarle. Esta parte es demoledora. Las imágenes pasan ante nuestros ojos con un ritmo pausado, acorde al estado de la pareja. Estamos asistiendo a la última etapa de dos personas que han pasado la vida juntas.

La vitalidad de Frank está profundamente limitada. Nos duele verle así. Es el mismo dolor que supuran las arrugas y la mirada triste de Bill. Nuestro corazón se ve golpeado con mayor fuerza porque lo mostrado es muy real. No resulta difícil recordar algún amigo o familiar que ha sufrido la dependencia. Estemos o no en un apocalipsis, los cuerpos siempre envejecen, siempre se estropean.

El sufrimiento se hace casi insoportable cuando Frank confiesa que quiere morir. No obstante, esta declaración da lugar a uno de los fragmentos más hermosos nunca vistos en la televisión. El montaje que nos enseña el último día de los enamorados es difícilmente mejorable.

Vuelve la luz cálida para recordarnos que los sentimientos pueden sobrevivir a los cuerpos marchitos. Más que nunca, cada fotograma está cargado de emoción y pulso narrativo. La pieza ‘On the Nature of Daylight‘, compuesta por Max Richter, hace casi imposible contener el llanto; los pequeños detalles (la cena, el gesto de Bill con el plato), directamente, lo convierten en una misión imposible.

Un episodio memorable y necesario

The Last of Us Episodio 3

La decisión de Bill de morir junto a su amado está justificada. La muerte de Frank en el videojuego era tremendamente cruel. Era coherente con el universo en la que se producía, pero también es comprensible (puede que más) aportar un rayo de luz en un viaje tan despiadado como que el va a ofrecer esta serie a lo largo de su temporada.

Además, las palabras de Bill («esto no es el típico suicidio trágico al final de la obra») logran evitar caer en la habitual tentación de relacionar homosexualidad y tragedia. Frank y él han contado con una vida larga y plena. Simplemente, quieren acabarla juntos. El plano desenfocado final de ambos yendo a la habitación es el colofón perfecto para su historia.

Lo expuesto justifica la existencia de este episodio por sí mismo. Sin embargo, también es vital para la travesía de nuestros protagonistas. La carta que Bill deja a Joel le permite darse cuenta que su propósito vital es cuidar de Ellie, así como que es posible vencer, reforzando lo expuesto por Tess en el episodio anterior.

Joel ya no ve a Ellie como una carga. Nosotros ya no podemos ver ‘The Last of Us’ como una adaptación más. Todo ha cambiado.

 

 

PUNTUACIÓN

Guion
10
Fotografía
9.5
Sonido
9
Interpretaciones
10
Originalidad
9.5

CONCLUSIÓN

'The Last of Us' entra en una nueva liga con este episodio. Su guion es perfecto y nada sobra en él. La elegante puesta en escena cuenta con una sensibilidad arrebatadora. Los actores están en estado de gracia. Una obra maestra.

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