FANCINE 2022 MANTICORA – INCREIBLE PERO CIERTO – DIA 4
Tras haber disfrutado de una película tan especial como ‘Irati‘ y del homenaje a ‘[•REC]‘ en el maratón junto a ‘[•REC] Terror sin pausa‘, llegó otra jornada del Fancine. Por un lado, ‘Mantícora‘ se reveló como una de las películas más incómodas, impactantes e hipnóticas de los últimos años. Por su parte, ‘Increíble pero cierto‘ (incroyable mais vrai) se sintió como un sketch alargado salvado por una brillante secuencia de montaje de diez minutos situada en su tramo final.
‘Mantícora’ nos acerca al abismo
‘Mantícora’ sigue a Julián (Nacho Sánchez), un diseñador de monstruos de videojuegos atormentado por un secreto personal. Cuando Diana (Zoe Stein) aparece en su vida, comienzan una relación que, aparentemente, les ayuda a lidiar con sus propios demonios. Sin embargo, todo puede derrumbarse de un momento a otro.
La estructura de la nueva película de Carlos Vermut es concienzudamente malvada con el espectador. Tras un primer acto finalizado con una escena destinada a que el público sienta repulsa por Julián, comienza un tramo en el que vemos cómo se desarrolla la química entre este y Diana. La que sería una bella (aunque triste) historia de dos personas rotas que se hacen compañía, por el contrario, se ve contaminada en la mente del espectador incapaz de borrar de su cabeza lo que sabe sobre Julián.
El desenlace nos sumerge definitivamente en el horror. Tras habernos hecho bajar relativamente la guardia, ‘Mantícora’ nos ataca con los momentos más crudos y escalofriantes de la cinta. Finalmente, Vermut nos lanza un plano final puramente retorcido y desolador.
Es complicado salir de este visionado siendo la misma persona. Los silencios (la música original es prácticamente inexistente) se clavan en un patio de butacas que casi aguanta la respiración durante toda la proyección, de manera que resulta muy interesante ver esta obra en cine para formar parte de un impacto colectivo que refuerza la catarsis personal.
Asimismo, el montaje hace gala de planos largos y un ritmo algo aletargado que contribuyen a sumir al espectador en un estado de hipnosis conviviente con la desgracia que promete derramarse en cada instante. La fotografía es apagada y transmite una tristeza y una melancolía que se agarran con firmeza al metraje.
Este largometraje no sería lo que es sin las interpretaciones de una magnética Zoe Stein y, sobre todo, de un Nacho Sánchez que nos regala una mezcla alquímicamente perfecta de fragilidad y amenaza. Sus miradas son patrimonio de un actor destinado a sobresalir en el futuro como un intérprete verdaderamente excepcional.
‘Mantícora’ se mete dentro de ti y sus efectos no cesan completamente por más que pasen los días (algo similar a lo que sucedía con ‘El poder del perro’). Es esta una experiencia que pone a prueba constantemente la capacidad de empatía de los espectadores con quien es considerado socialmente un monstruo. Sin duda, Carlos Vermut ha realizado una película a la que el tan manido concepto de obra maestra no le resulta tan ajeno.
‘Increíble pero cierto’ nos da unas migajas de genialidad
‘Increíble pero cierto’ nos sitúa en la vida de Alain (Alain Chabat) y Marie (Léa Drucker), quienes compran una casa que se adecúa a sus necesidades. Sin embargo, su nuevo hogar incluye un agujero en el sotano con una características muy peculiares. Comienza así una dinámica que amenaza con consumir a Marie y poner en peligro la relación entre ambos.
Debo reconocer que nunca he visto nada de Quentin Dupieux, de quien he oído y leído auténticas maravillas. Por eso, tras una experiencia tan intensa como la vivida con ‘Mantícora’, esperaba una película surrealista, divertida e inteligente. Por desgracia, encontré el primer elemento, pero no los dos siguientes.
Es esta una obra que lo apuesta todo a que el espectador entre en su juego. Dicho esto, es posible incluso que el público más comprometido con la obra del director francés encuentre problemas para engancharse a una ‘Increíble pero cierto’ que no cuenta con el radicalismo y la fuerza que se le presume a un autor tan asiduo a los márgenes.
Tras un primer acto alargado y con pocos focos de interés (y con carcajadas testimoniales), Dupieux se saca un conejo de la chistera al resumir el segundo y el tercero con un montaje de diez minutos sin diálogo de ningún tipo. Esta decisión refuerza la inconsistencia del conjunto pero, paradójicamente, se desmarca como lo mejor de la cinta por su brillantez narrativa.
Ojalá la genialidad contenida en estos instantes hubiera aparecido con mayor asiduidad en el metraje. No compensa la desgana que impregna a ‘Increíble pero cierto’, pero sí me da ciertas esperanzas de cara a ‘Fumer fait tousser‘, la otra película de Quentin Dupieux que se podrá ver en este Fancine y con la que daremos cierre a nuestra cobertura.
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