Impresiones Moonlighter 2: vuelve uno de los videojuegos indie más queridos y aclamados. Cambia ahora su pixel art por el 3D y por más acción. Nuestras primeras impresiones en PC son muy positivas y hacen entrever un futuro brillante para el videojuego.
En este juego decimos adiós a Rynoka y le damos la bienvenida a Tresna. Cuando Digital Sun y 11 bit studios anunciaron Moonlighter 2, confieso que mi expectativa estaba dividida entre el entusiasmo por recuperar aquella mezcla tan especial de gestión y exploración, y el miedo a que la secuela no encontrase el mismo equilibrio que convirtió al original en un pequeño clásico moderno. Ahora, tras dedicar varias horas a esta versión en acceso anticipado, puedo decir que mis dudas se disipan: Moonlighter 2 no solo es una evolución coherente de la fórmula, sino un proyecto mucho más ambicioso, más sistémico y sorprendentemente arriesgado.
En estas impresiones quiero contaros cómo se siente esta secuela en su estado actual, qué funciona especialmente bien, y por qué, pese a margen evidente de mejora, me quedo con la sensación de estar ante un juego que apunta a convertirse en uno de los títulos indie del año cuando finalice su desarrollo. Y, como siempre, intentaré seguir ese tono cercano y reflexivo que suelo traeros cuando un juego me remueve algo especial. Porque Moonlighter 2, incluso ahora, tiene esa chispa difícil de describir que te pide una run más antes de irte a dormir.
Tresna es nuestro nuevo hogar

El primer golpe llega al poner un pie en el título. Ya no hablamos de ese pequeño pueblo estático donde todo parecía girar alrededor de nuestro tendero favorito, Will. La vida en Tresna fluye con una naturalidad sorprendente: personajes que se desplazan, rutinas, conversaciones que se entrecruzan… una sensación de comunidad mucho más orgánica. Digital Sun ha apostado por un enfoque vivo, casi urbano, en el que la tienda ya no es una extensión del protagonista, sino un negocio dentro de un ecosistema mucho más amplio.
El cambio más notorio, y que transforma radicalmente la experiencia, es el sistema de habitaciones. Ya no gestionamos un comercio rígido y predefinido; ahora decidimos cómo crecer, qué sección potenciar, qué público atraer. La tienda se vuelve un puzle que refleja tus decisiones, y donde cada módulo añadido no solo sirve para ganar más, sino para cambiar el tipo de run que estás a punto de afrontar. Hay algo casi narrativo en ello.
La secuela apuesta por un tono más humano y cotidiano. Sin abandonar su identidad fantástica, sigue transmitiendo que la aventura y la economía se alimentan mutuamente; y que para sobrevivir a las profundidades infinitas hay que saber leer bien la superficie.
La exploración da un salto de escala (y de ambición)

Si Moonlighter era directo y sintético, Moonlighter 2 es más detallado, casi más “rogue” en el sentido clásico de la palabra. Las mazmorras son ahora espacios más abiertos, menos predecibles y con un componente exploratorio que invita a desviarse del camino principal.
Lo primero que destaca es el uso del 3D, que refresca por completo la fórmula. Digital Sun no abandona la estilización colorida ni el encanto artesanal del primero; de hecho, la nueva perspectiva permite escenarios más ricos, con verticalidad ligera y pequeños trucos visuales que hacen que la mazmorra parezca un organismo vivo. Al comenzar a jugar notas ese salto generacional sin que el juego pierda su esencia.
El ritmo también ha cambiado. Ahora las runs tienen picos de intensidad más definidos y una transición más suave entre exploración, combate y saqueo. Cada sala importa; cada cofre parece una invitación a arriesgar un poco más. La mazmorra se abre y se cierra como una mano, con estancias compactas y otras repletas de enemigos que exigen más atención. Y aunque todavía hay cierto margen de pulido en la variedad de biomas o estructuras, la base ya es sólida.
Hay un detalle que me parece significativo: ahora se siente realmente el acto de aventurarse a lo desconocido. En el primer Moonlighter sabías más o menos qué esperar. Aquí, las capas de profundidad son mayores, los secretos se intuyen sin mostrarse del todo y la sensación de misterio vuelve a ser un motor clave.
Más táctico, más físico

Siendo sinceros, el combate del primer Moonlighter funcionaba, pero era limitado. Tenía encanto, sí, pero nunca fue su pilar más fuerte. En Moonlighter 2, sin embargo, Digital Sun ha puesto especial atención en mejorar la sensación de impacto, el peso de las armas y la lectura de movimientos enemigos.
Las animaciones son más fluidas, los patrones más exigentes y la acción más expresiva. No llega a los niveles de complejidad de un hack & slash puro, pero sí se nota la intención de aportar un combate más reactivo: esquivas con timing, ventanas de castigo, pequeñas mecánicas de riesgo/recompensa. Y, lo más importante, el arsenal es variado desde el principio.
Cada arma define tu estilo: una espada recta permite controlar el espacio, el arco ofrece una vía más estratégica, las mazas te obligan a comprometerte con cada golpe… Incluso en este estado temprano, el abanico ya es sugerente y apunta a crecer mucho más.
Los enemigos, por su parte, presentan un diseño bastante inspirado. No tanto por su agresividad sino por su personalidad visual. Uno de los puntos fuertes de Digital Sun siempre ha sido crear criaturas memorables con pocas líneas de detalle, y esta secuela vuelve a demostrarlo.
Un roguelike que te mira a ti, no a la meta

Hay algo en Moonlighter 2 que me recuerda a esos juegos que no buscan solo que avances, sino que observes cómo avanzas. La estructura roguelike no funciona aquí como castigo ni como simple repetición; se entiende más como un ciclo vital entre comercio y aventura. Si mueres, pierdes, sí, pero también aprendes. Si triunfas, no lo haces porque el juego te premie con cifras infladas, sino porque te permite expandir tu pequeño imperio comercial.
Esa simbiosis fluye mejor que nunca. No se siente forzada ni artificial. No estás farmeando, estás invirtiendo. No estás repitiendo runs, estás alimentando un sistema vivo que cambia contigo.
La economía está más presente que nunca. Los precios fluctúan, los clientes reaccionan, los rumores importan y los objetos tienen un valor narrativo. Muchas veces, lo que encuentras en la mazmorra no es valioso por sí mismo, sino por cómo puede transformar tu tienda o tu estrategia.
La tienda: núcleo emocional y estratégico

Si algo define Moonlighter, es su dualidad. Pero en Moonlighter 2, esta dualidad se vuelve más rica, más sutil. Ya no se trata solo de vender objetos, sino de entender qué tipo de comerciante quieres ser.
El nuevo sistema de habitaciones introduce un componente arquitectónico delicioso. Añadir una zona de pócimas, un módulo de forja, una sala VIP o un pequeño espacio de promoción no solo cambia la estética de la tienda, sino también su funcionamiento. El diseño recuerda más a un simulador de gestión modular, pero sin perder esa accesibilidad amable que caracteriza a la saga.
Gestionar el flujo de clientes es ahora casi tan importante como el precio de los productos. Puedes crear rutas, distribuir escaparates, colocar artículos estratégicamente para dirigir la atención… pero todo ello sin convertirse en un juego abrumador. Digital Sun ha encontrado un punto de equilibrio admirable entre profundidad y sencillez.
Lo que más me gusta es que cada mejora se siente como un paso significativo. No estás añadiendo salas por añadir; estás definiendo tu identidad. Y esa identidad, a su vez, influye en tus runs y en tu progreso. Esa coherencia sistémica hace que Moonlighter 2 funcione sorprendentemente bien incluso en acceso anticipado.
Narrativa discreta, pero con intención

La historia nunca ha sido el fuerte de Moonlighter, pero siempre aportó un toque de misterio encantador. En Moonlighter 2 ese toque se mantiene, aunque todavía está claro que parte del contenido narrativo está por llegar.
Aun así, me gusta cómo se plantean los pequeños relatos cotidianos: los clientes que comentan rumores, los comerciantes que se desplazan por la ciudad, los misterios sobre la apertura de nuevas zonas. La narrativa ya no aparece como un bloque, sino como pequeñas gotas dispersas en cada rincón. Y funciona.
Digital Sun sabe que el alma de Moonlighter está en esas pequeñas historias personales que surgen entre decisión y decisión, entre run y run. En cómo gestionas tu tienda mientras piensas en la próxima bajada a la mazmorra, o en cómo una frase suelta de un NPC puede cambiar tu estrategia.
Abraza el 3D sin renunciar al corazón del original

Si alguien me hubiese dicho hace unos años que Moonlighter pasaría al 3D manteniendo su esencia, habría sido escéptico. Pero lo han logrado. El estilo visual se siente ligero, cálido y lleno de pequeños detalles. Las animaciones tienen un toque casi artesanal, como si cada movimiento estuviera pulido a mano.
No es un juego que busque el realismo ni la espectacularidad. Busca sensación, atmósfera, encanto. Y lo encuentra. Las mazmorras desprenden identidad, Tresna respira vida y cada objeto parece tener un propósito estético propio.
El uso de iluminación es especialmente notable: cálidos interiores, tonos azulados en las profundidades, brillos sutiles en los artefactos. No es un salto técnico deslumbrante, pero sí uno tremendamente inteligente.
Conclusiones finales

Moonlighter 2 es una de esas secuelas que entienden que crecer no significa perder el encanto, sino transformarlo. La mezcla entre exploración y comercio sigue siendo única en el panorama indie, y Digital Sun demuestra una madurez creativa admirable al saber expandir su universo, su jugabilidad y sus sistemas sin traicionar su esencia.
Tresna se convierte en un lugar al que apetece regresar cada noche. Las mazmorras vuelven a llamar con ese tintineo lejano de tesoros aún sin descubrir. Y la tienda, ese hogar que nunca termina de estar terminado, vuelve a exigir planificación, mimo y una buena dosis de intuición.
Si el primer Moonlighter era una joya sencilla y encantadora, Moonlighter 2 apunta a convertirse en una obra más profunda, más viva y, posiblemente, más memorable. En su estado actual ya es un juego muy disfrutable; cuando esté completo, podría ser uno de los imprescindibles del año.
Y lo mejor es que, como jugador, tengo esa sensación tan especial de querer volver, de querer seguir invirtiendo en mi pequeña tienda, de querer descubrir un poco más. Y eso, para mí, es siempre señal de que algo realmente bueno está creciendo.
Moonlighter 2 merece ser seguido muy de cerca. Porque detrás de cada objeto que vendemos, detrás de cada habitación que construimos y detrás de cada descenso al abismo, late un juego que entiende que la aventura y el comercio son, al final, dos caras de una misma historia. Una historia que aún está escribiéndose pero que ya apunta a ser brillante.
Las impresiones han sido realizadas en PC.
