Análisis Phantom Squad para PC: cuando la estrategia se mezcla con el caos

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Análisis Phantom Squad: consigue destacar gracias a su enfoque único. No será el juego más popular del año, pero sí una sorpresa.

Hay videojuegos que llegan sin hacer demasiado ruido pero consiguen captar tu atención por la forma en la que entienden un género. Phantom Squad es uno de esos casos. En un mercado saturado de shooters en primera persona, de experiencias multijugador competitivas o de aventuras narrativas que buscan engancharte durante decenas de horas, este título apuesta por un enfoque mucho más concreto: la acción táctica desde una perspectiva cenital, donde la preparación previa y la coordinación lo son todo.

A primera vista, su propuesta puede recordar a títulos de acción arcade en los que lo importante es la velocidad de reacción, la precisión al apuntar o la capacidad de improvisar en medio de un tiroteo. Pero Phantom Squad no se conforma con eso. Quiere que pienses antes de disparar, que organices un plan, que midas los tiempos de entrada a un edificio, que calcules cómo usar las herramientas que tienes a tu disposición y que, sobre todo, confíes en tus compañeros de escuadra. Esa es la clave de su atractivo y también el origen de algunas de sus mayores frustraciones.

En este análisis os contaré qué ofrece Phantom Squad, qué sensaciones transmite tras muchas horas de juego, cuáles son sus aciertos más rotundos y en qué puntos flojea. Y como siempre me gusta hacer, intentaré ir más allá de la mera enumeración de características, para contaros cómo se siente realmente estar dentro de esta experiencia. Analizamos el juego en PC.

Análisis Phantom Squad: una propuesta táctica distinta

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Phantom Squad se presenta como un shooter táctico en perspectiva top-down que combina elementos de estrategia en tiempo real con momentos de acción directa. Controlamos a un pequeño equipo de operaciones especiales que se enfrenta a diferentes misiones de riesgo: rescatar rehenes, desactivar explosivos, desarticular células enemigas o recuperar información crítica.

Lo primero que sorprende es la seriedad con la que el juego se toma su propia identidad. Aquí no estamos ante un simple arcade con skin militar. El tono es más sobrio y realista: los enemigos son letales, la munición escasea, y cometer un error significa reiniciar una misión entera. Cada decisión cuenta.

La planificación es un pilar fundamental. Antes de entrar en combate, tienes acceso a una fase de preparación en la que marcas rutas de entrada, eliges las herramientas que llevará cada miembro de la escuadra, estudias los accesos y organizas la sincronización de los movimientos. Una especie de tablero táctico que, lejos de ser un añadido superficial, marca la diferencia entre salir victorioso o quedar eliminado en apenas segundos.

Entre la emoción y la tensión

Mi primera toma de contacto con Phantom Squad fue una mezcla de nervios y entusiasmo. No es el típico juego que te lleva de la mano con tutoriales eternos. Te suelta directamente al terreno y espera que aprendas rápido. Los controles básicos se entienden en pocos minutos: movimiento con precisión quirúrgica, apuntado sensible y un sistema de coberturas sencillo pero funcional.

Sin embargo, la verdadera dificultad aparece cuando te das cuenta de lo vulnerable que eres. Dos disparos mal encajados y tu agente se desploma. No hay barras de vida generosas ni margen para el error. Esa fragilidad convierte cada encuentro en un pequeño duelo psicológico: ¿entro por la puerta principal confiando en sorprender al enemigo o busco una entrada lateral más segura aunque tarde más tiempo?

Es en ese momento cuando empiezas a comprender la esencia del juego. Phantom Squad no es un título para lanzarse a lo loco; es un juego que premia la sangre fría y el cálculo. Y cuando consigues ejecutar una entrada perfecta, sincronizando granada aturdidora, fuego de cobertura y extracción limpia, la sensación de satisfacción es enorme.

Solitario frente a cooperativo

El diseño del juego deja claro que la experiencia ideal es la cooperativa. Formar equipo con tres amigos y repartirse responsabilidades es, sin duda, la forma más divertida y efectiva de jugar. Uno se encarga de manejar el dron de reconocimiento, otro de abrir brecha con explosivos, el tercero de cubrir con fusil de precisión y el cuarto de asegurar la retaguardia. Cada rol se siente necesario y aporta dinamismo.

En solitario, la cosa cambia bastante. El juego no incluye compañeros controlados por la IA, así que debes afrontar cada misión por ti mismo. Eso significa más dificultad, más tensión y, en muchos casos, más frustración. No es imposible jugar solo, pero sí mucho menos disfrutable. La ausencia de bots de apoyo limita la experiencia a una especie de reto personal, ideal para jugadores pacientes pero poco recomendable para quienes busquen algo más flexible.

Lo positivo es que, incluso en solitario, el juego mantiene intacta su esencia estratégica. La planificación sigue siendo crucial y cada victoria, aunque cueste sangre y sudor, se siente como una recompensa enorme. Pero no puedo dejar de pensar que, con un sistema de compañeros controlados por la máquina, el título habría ganado mucha más accesibilidad sin perder su espíritu.

La importancia de la planificación

Uno de los elementos más característicos de Phantom Squad es el sistema de preparación de asaltos. Antes de iniciar la fase activa de cada misión, accedemos a un mapa en el que podemos marcar rutas, asignar puntos de entrada, coordinar sincronizaciones y elegir herramientas específicas. Es algo así como un tablero de ajedrez en el que debes anticipar los movimientos de tus rivales antes de mover ficha.

La satisfacción que produce ver cómo tu plan se ejecuta con precisión es difícil de describir. Marcar un recorrido, colocar a tu escuadra en posiciones estratégicas, sincronizar el derribo de puertas y entrar disparando en perfecta coordinación es uno de los momentos más gratificantes que puede ofrecer el juego.

Eso sí, también es un sistema que exige paciencia y dedicación. Si intentas improvisar o no prestas atención a los detalles, lo más probable es que acabes reiniciando la misión tras apenas unos segundos. Es un juego que castiga la impaciencia, y eso puede ser tanto su mayor virtud como su mayor defecto, dependiendo del tipo de jugador que seas.

Variedad con un sabor particular

Una de las claves de Phantom Squad es la forma en la que plantea sus misiones. No estamos ante un simple listado de escenarios intercambiables; cada encargo tiene su propia identidad, con objetivos diferenciados y pequeños giros que evitan la monotonía.

Hay misiones de infiltración, donde el sigilo es prácticamente obligatorio. Entrar a un complejo sin levantar la alarma, desactivar cámaras y neutralizar guardias silenciosamente supone un cambio radical respecto a las fases más directas de asalto. En otras, la tensión se centra en rescatar rehenes antes de que el tiempo se agote, lo cual obliga a priorizar decisiones y asumir riesgos que en circunstancias normales evitarías. También encontramos encargos centrados en la desactivación de bombas, en los que cada segundo cuenta y la presión se dispara.

Lo interesante es que el juego no te avisa siempre de lo que va a ocurrir. Hay ocasiones en las que una misión empieza con una exploración tranquila y, de repente, se convierte en un infierno de disparos y enemigos que llegan en oleadas. Ese contraste entre calma y caos es una de sus mejores bazas. Mantiene al jugador en constante tensión, sin poder confiarse nunca.

A nivel de diseño, los mapas no son excesivamente grandes, pero sí están bien pensados. Cada escenario presenta varias rutas de entrada, puntos estratégicos para cubrirse y detalles que pueden marcar la diferencia, como conductos de ventilación, pasillos estrechos o puertas dobles que permiten entradas simultáneas. No hay dos misiones que se sientan idénticas, y aunque después de muchas horas empiezas a ver patrones, la primera vuelta resulta muy fresca.

Entre lo clásico y lo táctico

Un aspecto fundamental en cualquier shooter es el arsenal, y Phantom Squad se esfuerza en ofrecer una selección equilibrada entre armas clásicas y gadgets especializados.

En lo básico encontramos pistolas, fusiles de asalto, escopetas y rifles de francotirador. Cada una se maneja de forma distinta y está pensada para un tipo de rol concreto dentro del equipo. La pistola es ligera y permite moverse rápido, aunque su potencia es limitada. El fusil de asalto es la opción más versátil, eficaz tanto en distancias medias como cortas. La escopeta es devastadora en pasillos estrechos, pero un lastre si intentas disparar a larga distancia. Y el francotirador, aunque letal, requiere precisión y una colocación cuidadosa.

Más allá de las armas principales, los gadgets son los que realmente definen el estilo táctico del juego. Granadas aturdidoras para cegar a los enemigos, drones de reconocimiento que te permiten ver lo que hay al otro lado de una pared, cargas explosivas para abrir entradas alternativas o cámaras portátiles que puedes deslizar por debajo de una puerta. Usar estas herramientas de forma inteligente marca la diferencia entre un asalto caótico y una operación quirúrgica.

Lo que más me ha gustado es que el juego no te obliga a usar todo. Puedes plantear una misión centrada en sigilo con silenciadores y gadgets de distracción, o apostar por la fuerza bruta con explosivos y armas pesadas. Esa libertad da lugar a estilos de juego muy distintos y multiplica la rejugabilidad.

Calma antes de la tormenta

Si tuviera que describir el ritmo de Phantom Squad en pocas palabras, diría que es un constante vaivén entre calma y explosión. El juego te obliga a pensar, a trazar rutas y a coordinar acciones. Esa fase inicial de preparación es tranquila, casi metódica, y puede durar varios minutos mientras estudias el mapa y ajustas el plan.

Pero una vez das la orden de entrada, todo cambia. El tiempo se acelera, los disparos retumban, los enemigos reaccionan con fiereza y cualquier error se paga caro. La tensión sube de golpe y te obliga a reaccionar con rapidez, improvisando sobre la marcha cuando tu plan inicial empieza a tambalearse.

Lo mejor de todo es que ambas fases se retroalimentan. Cuando fallas en el asalto, vuelves a la pizarra táctica y ajustas tu estrategia. Cuando ejecutas un plan con éxito, sientes que la preparación ha dado frutos. Esa sensación de ensayo y error constante puede ser frustrante para algunos jugadores, pero también es el corazón de la experiencia.

Exigente y a veces injusto

No se puede hablar de Phantom Squad sin mencionar su dificultad. El juego es exigente desde el principio y no hace concesiones. Los enemigos tienen buena puntería, reaccionan rápido y son capaces de rodearte si te despistas. Además, la ausencia de puntos de control dentro de las misiones significa que un error puede obligarte a repetir veinte minutos de planificación y acción.

Esa dureza tiene un lado positivo: cada victoria se siente como un logro real. No hay nada más satisfactorio que superar una misión que llevas horas intentando, afinando la estrategia paso a paso hasta dar con la combinación adecuada. Pero también tiene un lado negativo: puede llegar a desesperar. Habrá jugadores que abandonen tras varias derrotas seguidas, incapaces de soportar la presión.

En mi caso, he pasado por ambas fases. En algunas noches, sentía que el juego me recompensaba por mi paciencia y me daba esa descarga de adrenalina que buscaba. En otras, lo cerraba con un resoplido y pensaba que quizá no era el momento adecuado para seguir intentándolo. Phantom Squad no es un juego amable, y conviene tenerlo claro antes de lanzarse a él.

Sobriedad con aciertos puntuales

Phantom Squad no busca deslumbrar con un apartado gráfico puntero ni competir con superproducciones de gran presupuesto. Su estilo visual es funcional, con una perspectiva cenital que prioriza la claridad sobre la espectacularidad. Los escenarios están detallados lo suficiente para resultar reconocibles: oficinas, almacenes, complejos militares, selvas o edificios urbanos. No son entornos gigantescos ni plagados de elementos dinámicos, pero cumplen con su función: ofrecer un terreno táctico que invita a la exploración y a la planificación.

El juego utiliza la iluminación de manera inteligente. Una sala oscura iluminada únicamente por linternas crea un ambiente de tensión que multiplica la inmersión. Ver cómo un haz de luz recorre un pasillo antes de lanzar una granada aturdidora genera una sensación de inmediatez que, pese a lo simple de la propuesta visual, resulta muy efectiva.

En cuanto al diseño de personajes, tanto aliados como enemigos son sobrios. No esperes grandes animaciones faciales ni detalles minuciosos en la indumentaria. Aquí lo importante es reconocer de un vistazo quién es amigo y quién enemigo, y el juego lo consigue.

El apartado sonoro sigue la misma filosofía. Las armas tienen un impacto contundente, los pasos retumban en pasillos estrechos y las alarmas de los enemigos disparan la tensión en segundos. No es un apartado que destaque por una banda sonora memorable, pero sí acompaña con acierto la tensión de cada misión.

La experiencia cooperativa en detalle

Donde Phantom Squad realmente brilla es en su modo cooperativo. Jugar con amigos cambia por completo la experiencia y multiplica la diversión. La comunicación se convierte en el arma más poderosa: repartir roles, avisar de posiciones enemigas, coordinar el lanzamiento de gadgets o improvisar un plan B cuando algo sale mal.

No hay nada comparable a ejecutar una entrada perfectamente sincronizada con tu escuadra. Uno lanza la granada aturdidora, otro abre la puerta con una carga explosiva, un tercero cubre desde una posición elevada y el cuarto asegura a los rehenes. Todo ocurre en segundos, pero detrás hay minutos de planificación y una compenetración que solo se logra con práctica.

La ausencia de matchmaking obliga a jugar con gente conocida, lo que limita la accesibilidad. Sin embargo, también evita problemas habituales de los juegos en línea, como jugadores que abandonan a mitad de partida o que no se toman en serio la estrategia. Aquí, o juegas con tu grupo de confianza o asumes el reto en solitario.

Esa decisión de diseño es arriesgada, pero también coherente. Phantom Squad no quiere ser un juego masivo ni competitivo, quiere ser una experiencia de cooperación cerrada y exigente. Y en ese terreno funciona muy bien.

Rejugabilidad y comunidad

Aunque el número de misiones no es enorme, la rejugabilidad está asegurada gracias a varios factores. Por un lado, los objetivos secundarios animan a repetir niveles con un planteamiento distinto. Por otro, la posibilidad de variar el arsenal y los gadgets cambia la forma en la que afrontas cada misión. Además, el sistema de puntuaciones y medallas añade un componente de superación personal que engancha.

La comunidad también está aportando lo suyo. Desde su lanzamiento, el juego ha recibido parches y pequeños ajustes que han mejorado la estabilidad y equilibrado algunos aspectos de la dificultad. No es descabellado pensar que en el futuro puedan llegar más misiones o herramientas, ampliando el contenido y manteniendo viva la experiencia.

Conclusiones finales

Tras muchas horas con Phantom Squad, tengo sensaciones encontradas, pero en el buen sentido. Es un título que me ha hecho sudar, que me ha frustrado en ocasiones, pero que también me ha dado algunas de las experiencias cooperativas más intensas que recuerdo en los últimos años. No es un juego para todos los públicos: requiere paciencia, dedicación y, sobre todo, un grupo de amigos dispuestos a coordinarse.

En solitario se convierte en un reto extremo, casi masoquista, pero no por ello deja de tener valor. Es un título que te obliga a pensar, a replantear estrategias y a valorar cada paso que das. Cuando logras superar una misión tras varios intentos, la satisfacción es enorme, algo que pocos juegos consiguen transmitir hoy en día.

Lo que más destaco es esa dualidad constante entre orden y caos. Planificas durante minutos, calculas cada detalle y, cuando la misión comienza, todo se desata en segundos. Ese contraste es adictivo y define la identidad del juego.

Por supuesto, no todo es perfecto. Echo en falta un modo en solitario más accesible, con compañeros controlados por la IA que permitan disfrutar de la experiencia sin depender siempre de otros jugadores. También creo que el contenido inicial se queda algo corto, y que la curva de dificultad puede resultar demasiado brusca para quienes no estén acostumbrados a este tipo de propuestas.

Phantom Squad es un juego valiente. No intenta contentar a todo el mundo ni disfrazar su dureza con concesiones. Sabe lo que quiere ser: una experiencia táctica intensa, diseñada para grupos de jugadores que disfruten con la coordinación, la planificación y la presión constante.

Si lo juegas con amigos, puede convertirse en una de las experiencias cooperativas más gratificantes de los últimos años. Si lo juegas solo, prepárate para una prueba de paciencia que pondrá a prueba tu temple y tu resistencia mental.

No es un título perfecto, ni pretende serlo. Tiene carencias claras en contenido, accesibilidad y variedad. Pero también tiene una personalidad fuerte, un diseño coherente y una propuesta jugable que engancha precisamente por no darte nada hecho.

En un mercado donde muchos shooters se parecen demasiado entre sí, Phantom Squad consigue destacar gracias a su enfoque único. No será el juego más popular del año, pero sí uno de esos títulos que, si conectan contigo, se quedarán en tu memoria durante mucho tiempo.

El juego ha sido analizado en PC.

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