ANÁLISIS SOULBIND TALES OF THE UNDERWORLD
He de confesar que Soulbind: Tales of the Underworld me ha sorprendido gracias a una idea que tiene clara: reinventar el concepto del roguelite a través de la experimentación corporal. Reconozco que ese “girito” no me lo esperaba”. Os cuento mi análisis tras jugarlo en PC.
Desarrollado por Rubedo Games, el título nos transporta al oscuro mundo de Allaar, un inframundo donde los muertos luchan por encontrar sentido a su existencia eterna. Allí, seremos “Endless”, un esqueleto que busca escapar del ciclo de muerte y resurrección, en una historia que combina acción, exploración y un inquietante trasfondo filosófico sobre la identidad y la corrupción del alma.
En cuanto a su gameplay, el título ofrece una propuesta sólida y exigente. La mecánica central está clara: recolectar partes del cuerpo de los enemigos para reemplazar las del protagonista. Y será esta su mayor innovación. Cada pieza adquirida modifica las estadísticas, habilidades e incluso la apariencia física de Endless, dando lugar a combinaciones casi infinitas. Este sistema fomenta la experimentación y otorga a cada partida una identidad propia. La acción se desarrolla en niveles generados proceduralmente, repletos de trampas y enemigos que ponen a prueba la destreza del jugador. Con controles precisos, saltos dobles y movimientos rápidos, Soulbind premia la habilidad tanto como la estrategia.
Como buen roguelite, la muerte no es un castigo absoluto, sino una oportunidad para aprender y mejorar. El progreso se conserva parcialmente mediante recursos permanentes, lo que permite desbloquear habilidades a largo plazo. Sin embargo, la dificultad es elevada: cada enfrentamiento puede significar el fin de una buena racha, y la curva de aprendizaje exige paciencia. Esa dureza, lejos de alejar a los jugadores experimentados, se convierte en uno de sus principales atractivos, ofreciendo la sensación de conquista que define al género.
Desde el primer momento, el juego apuesta lo apuesta todo a su ambientación. Su estética píxel-art, de tonos apagados y atmósfera opresiva, consigue transmitir la sensación de desolación que domina el inframundo. La banda sonora acompaña cada enfrentamiento con un aire de tragedia inevitable. Aunque no cuenta con los recursos de una gran producción, Soulbind logra destacar por su coherencia artística y por la claridad de su visión estética.
A nivel técnico, el juego demuestra un trabajo competente, aunque no exento de imperfecciones. Algunos movimientos resultan algo rígidos y la detección de impactos puede fallar en momentos puntuales, pequeños tropiezos que no empañan la experiencia general. El diseño de enemigos y jefes, por el contrario, destaca por su creatividad y variedad, ofreciendo combates que obligan a adaptarse y repensar la estrategia constantemente.
Hablar de duración en un roguelite es algo difícil. Aun así, la duración ronda las veinte a veinticinco horas si se busca completar todos los contenidos, aunque al tratarse de un roguelite invita a volver una y otra vez. Quizás su mayor debilidad sea cierta sensación de repetitividad tras varias partidas, un riesgo inherente al género y a su estructura cíclica. Pero la combinación entre libertad de construcción, atmósfera inmersiva y desafío técnico logra mantener el interés durante buena parte del recorrido.
Entrando ya en el terreno de las concusiones, Soulbind: Tales of the Underworld es otra apuesta más dentro dentro del panorama indie y concretamente en los roguelite. No pretende revolucionar el género, pero sí aportar una identidad propia gracias a su original sistema de personalización y a una dirección artística coherente y envolvente. Desafiante, oscuro y con una jugabilidad adictiva, es un título que sabrán apreciar quienes buscan algo más que un simple juego de acción
