ANÁLISIS DREAMED AWAY EN PC
El pasado 23 de octubre se lanzaba al mercado Dreamed Away, uno de esos juegos que te atrapan más por lo que te hacen sentir que por lo que haces con los botones. Cuando empecé a jugarlo, me sorprendió lo bien que combina su estilo pixel art con una atmósfera triste y un poco inquietante, como si estuvieras caminando por un sueño del que no estás del todo seguro de querer despertar. Todo se ve viejo, borroso, pero justo como debe verse para que la historia funcione.
La aventura sigue a un chico que empieza a notar que su mundo ya no es el mismo. Lo que deberían ser lugares tranquilos se vuelven extraños, repetitivos o directamente hostiles, y eso refleja muy bien cómo él se siente por dentro. A veces no sabes si estás en la realidad o en un sueño, y esa confusión está hecha a propósito. El juego quiere que te pierdas un poco, que dudes, que explores con calma.

En cuanto a la jugabilidad, no esperes retos complicados. Aquí lo importante no es superar obstáculos difíciles, sino avanzar y dejarte llevar. Hay algunos puzles, pero son sencillos y están colocados justo para mantenerte activo sin romper el tono de la historia. La mayoría del tiempo simplemente caminas, hablas con personajes y observas pequeños detalles que van contando más de lo que parece. Es un ritmo lento, lo admito, y si buscas acción rápida o mecánicas variadas, probablemente se te quede corto. Pero si entras con la mentalidad adecuada, funciona muy bien.
Una de las cosas que más me gustó es cómo el entorno cambia según lo que el protagonista siente. Hay zonas que se deforman, pasillos que no llevan a donde deberían, sombras que se estiran… y todo eso lo notas enseguida mientras juegas. No hace falta que nadie te explique nada: el propio ambiente te habla. Y eso, sinceramente, es de lo mejor del juego.

La música también ayuda muchísimo. Es suave, un poco melancólica, y aparece justo en los momentos adecuados. A veces incluso desaparece, dejando silencios que te ponen en tensión sin necesidad de sobresaltos. El diseño sonoro está muy medido, nunca se hace pesado, y aporta mucho a esa sensación de estar soñando algo bonito… pero también un poco triste.
¿Tiene puntos flojos? Sí, claro. Hay partes en las que me habría gustado un poco más de profundidad o variedad, sobre todo en ciertos tramos del final, donde algunas ideas se repiten. Y, aunque entiendo su intención, la linealidad puede sentirse demasiado marcada en algún momento. Pero nada de eso rompe la experiencia general.

Al terminarlo, me quedé con la sensación de haber jugado algo pequeño pero muy sentido. No es un juego para todos, pero si disfrutas de las historias que se cuecen a fuego lento, de las emociones sutiles y de los mundos que hablan sin necesidad de grandes discursos, Dreamed Away te deja huella. Es un viaje corto, delicado y con un toque poético que vale la pena vivir con calma
