ANÁLISIS DREAMS OF ANOTHER PARA PS5
Jugar a Dreams of Another en PlayStation 5 ha sido una de esas experiencias que te dejan dividido entre la fascinación y la desconexión. Desde el principio entendí que no estaba ante un juego de acción tradicional. Aquí no se dispara para destruir, sino para crear. Cada vez que aprieto el gatillo, las balas no matan, sino que dan forma al mundo: construyen montañas, edificios, figuras y fragmentos de memoria suspendidos en el aire. Esa premisa, tan original como poética, me atrapó al instante. Sentí que no jugaba un shooter, sino un acto de creación interactiva, casi como si pintara con luz en medio de un sueño.
En el juego eres el “Hombre en pijama”, un protagonista silencioso y enigmático, acompañado por el “Soldado errante”, un personaje incapaz de usar su propia arma. Esa dualidad entre acción y pasividad, entre creación e impotencia, es una metáfora que recorre todo el juego. Cada escenario que recorres parece flotar entre la realidad y la ensoñación, con burbujas y partículas que reaccionan a mis disparos.
A veces el juego me llevó por paisajes casi apocalípticos, otras por jardines luminosos o estructuras que se desmoronan como si fueran recuerdos. No siempre entiendo qué ocurre ni que es lo que pasa en pantalla, pero el viaje es tan hipnótico que me basta con observar.

Durante las primeras horas me sentí completamente cautivado, pero con el paso del tiempo empecé a notar las costuras. Las mecánicas no evolucionan demasiado, y aunque aparecen mejoras o pequeñas habilidades nuevas, la base se mantiene igual. Llega un momento en que el ritmo se vuelve lento, casi repetitivo, y la falta de enemigos o desafíos claros hace que el interés dependa más de la curiosidad estética que de la jugabilidad. Aun así, seguí adelante, movido por la sensación de estar explorando una obra de arte viva.
Visualmente es uno de los juegos más hermosos que he visto en la consola. Los efectos de partículas, la iluminación y la textura pictórica de los escenarios crean una atmósfera única. Cada disparo transforma el vacío en color, cada paso revela un trozo de un mundo que parece existir solo mientras lo observo. Es un juego que se siente más como una experiencia sensorial que como un reto.

La historia, sin embargo, puede desconcertar. Está narrada en fragmentos poéticos, con personajes extraños y símbolos abiertos a interpretación. Hay reflexiones sobre la memoria, la creación y la pérdida, pero todo está envuelto en un tono onírico que no ofrece respuestas claras y hace que te pierdas un poco. En algunos momentos me sentí perdido, sin saber si lo que veía tenía un sentido concreto o si todo era parte del sueño. Pero quizá esa sea la intención: dejarme interpretar, más que comprender.

En conjunto, Dreams of Another me pareció una experiencia irregular, pero inolvidable. No es un juego para todo el mundo: su ritmo lento, su jugabilidad limitada y su narrativa críptica pueden alejar a muchos. Pero si te atraen las experiencias introspectivas, artísticas y experimentales, es un título que merece la pena vivir. Más que un juego, es una meditación interactiva sobre la creación, los sueños y la fragilidad de la realidad. Cuando lo terminé, no sentí satisfacción ni victoria, sino una calma extraña, como si acabara de despertar de un sueño muy extraño.
