Comic Con Málaga – Segunda jornada
Continúo el relato de mi experiencia como corresponsal de prensa en la San Diego Comic-Con Málaga (aquí tienes la primera parte). Aunque el primer día tuvo complicaciones, no fue más que un aperitivo de lo que estaba por llegar.
Día 2: se acerca el invierno
Al llegar, vi que las colas formadas por los usuarios que deseaban entrar eran similares a las del primer día: problemáticamente largas. Por otro lado, se produjo el primer cambio en el control de acceso, pues ya sí estaba permitido introducir botellas de agua. Se ve que las intensas quejas del primer día surtieron efecto.
A lo largo del día, percibí cómo se produjo un sensible agravamiento del problema de las colas y las aglomeraciones. En ciertos momentos del día, los visitantes debían esperar una cantidad importante de tiempo tanto para acceder al edificio principal como para entrar en la zona de stands.
En la mencionada zona de stands, los espacios se estrecharon aún más que el día anterior. En este sentido, la zona donde los artistas firmaba era especialmente agobiante; convivían un número insostenible de filas y resultaba complicado orientarse para localizar a uno u otro artista.
Por cierto, se puede poner en duda la idoneidad de juntar en un mismo espacio a autores consagrados con artistas menos conocidos. Existía la posibilidad de que se generara una dinámica positiva por la que los segundos aprovecharan la afluencia de personas generada por los primeros para llamar la atención sobre su propia obra. No obstante, el caos generado por la masificación y la falta de espacio afectó profundamente a la visibilidad de estos artistas emergentes.
En cuanto a la comida, decidí ir a casa de mis padres, quienes viven cerca, para evitar el desastre culinario (y monetario) del día anterior. Al regresar, comprobé que los controles de seguridad de la tarde eran considerablemente más estrictos que los de la mañana. Me dijeron que no podía introducir en el recinto un bote de colonia que no había supuesto ningún problema esa mañana ni el día anterior. La normativa difundida por la organización informaba de que no se podía entrar con comida ni bebida; no se decía nada de líquidos. Se trató de otro acto más de arbitrariedad.
Actividades interesantes y errores de bulto
Más allá de este percance, las principales actividades a las que asistí ese día fueron las siguientes: una demostración en vivo de Mark Andrews (director de Indomable y El hombre orquesta; artista de guion gráfico del Spider-Man de 2002, Samurai Jack…) creando un storyboard; una conversación sobre el arte de crear portadas de comics con la participación de los dibujantes Dave Dorman, Claudio Castellini y Peach Momoko y, cerrando por todo lo alto, un concierto por parte del legendario compositor Nobuo Uematsu (saga Final Fantasy) acompañado por la interpretación vocal de Rie Tozuka (Valkyria Chronicles, Personal 5 Royal…).

La actividad con Mark Andrews fue una delicia. Mostró cercanía y contestó con amabilidad todas las preguntas planteadas por los asistentes. Elaboró allí mismo un divertido y didáctico storyboard en el que una dragona guerrera se encontraba con Jack-Jack (Los Increíbles). Sin duda, se trató de uno de mis momentos favoritos de todo el evento.
El encuentro con Dave Dorman, Claudio Castellini y Peach Momoko tuvo un interés notable. Son artistas con estilos y vidas bastante diferentes, por lo que las reflexiones y experiencias que transmitieron tejieron una visión completa y rica sobre aquello que hace funcionar y destacar a una portada de cómic.
Finalmente, Nobuo Uematsu ejecutó un concierto a la altura de su leyenda. Ahora bien, sorprendieron especialmente los momentos en los que participó la actriz Rie Tozuka: mientras Uematsu tocaba una pieza de fondo, Tozuka interpretaba vocalmente con maestría a distintos personajes protagonistas de un cuento; a su vez, se proyectaban ilustraciones que reflejaban los hechos narrados. Fueron momentos mágicos.
Desgraciadamente, hubo problemas importantes. La nefasta IA traductora facilitada por la organización hacía casi imposible entender lo que Uematsu y Tozuka decían sobre las piezas interpretadas. Más tarde, cuando comenzó una conversación con estos dos artistas, moderada por la popular pianista Elesky, surgieron una serie de problemas técnicos relacionados con el sonido que lastraron el inicio de la charla.
Sin embargo, lo más desconcertante fue la inesperada aparición de una traductora cuya voz hacía acto de presencia en el auditorio tras las intervenciones de Uematsu y Tozuka. Sus traducciones fueron extrañas, caracterizadas por una evidente carencia de fluidez y precisión.
Con independencia de problemas como los descritos, estas tres actividades levantaron el nivel de una jornada que, a nivel organizativo, vio amplificados los problemas detectados el día anterior.
