FROSTPUNK 2 PS5
Análisis de ‘Frostpunk 2’ para PlayStation 5
La desarrolladora 11 Bit Studios apuesta por una secuela que expande su visión hacia una sociedad en búsqueda de su propia identidad
En un mundo en declive y constante cambio, es comprensible que el público se escude en la evasión y el entretenimiento. ¿Por qué querríamos enfrentar los fantasmas que nos atormentan cuando simplemente podemos acallar sus voces?
El arte y, por tanto, los videojuegos, pueden ofrecernos esa distracción: trasladarnos a nuevos mundos y diferentes vidas, liberándonos de la realidad monótona que nos enmarca. Aunque muchas veces sea necesario refugiarnos en propuestas ligeras y vitalistas, podemos obtener una mayor redención cuando optamos por el camino contrario, acercándonos a obras que muestran el lado oscuro y conflictivo de la humanidad.
Este enfoque, valiente y necesario, ya estaba presente en la obra original de ‘Frostpunk‘, publicada en 2018 por la desarrolladora polaca 11 Bit Studios (reconocida internacionalmente gracias al juego de supervivencia ‘This War of Mine‘). Y ahora, tras la gran recepción de ese primer juego, el estudio ha apostado por redefinir una secuela que, partiendo del universo conocido, sabe mirar más allá para proponer una nueva visión de la civilización.
Tras resurgir de las cenizas, nos preguntamos quiénes somos
A la hora de plantear el desarrollo de una secuela, los creadores deben abordar diversas cuestiones para encontrar un equilibrio entre lo que funcionó, lo que se conoce y el propio deseo de avanzar, además de las expectativas que se generan alrededor de todo ello. En el caso de ‘Frostpunk 2’, se ha optado por un camino sorprendente porque encontramos elementos reconocibles, pero también decisiones innovadoras y algo arriesgadas.
Para empezar, los dos juegos comparten un mismo universo narrativo. Ambientado en un pasado distópico (finales del s. XIX), el planeta se ve sumido en un invierno volcánico que hace que la temperatura baje drásticamente y la luz solar se limite, provocando el declive de la humanidad. Quienes sobreviven a este fenómeno, luchan por mantenerse a salvo explotando los recursos fósiles del planeta como forma de obtener calor y posibilitar los asentamientos de población y la producción de alimentos.
Así, en el primer juego, los jugadores adoptaban la posición de un capitán que tomaba decisiones sobre una pequeña sociedad con el objetivo de garantizar su supervivencia. Encontrábamos una gestión más concreta, con construcciones más específicas y con peticiones y necesidades de unos ciudadanos que sentíamos cercanos. No obstante, nuestra forma de gobernar era autoritaria: nuestras decisiones se podían cuestionar, pero no dejaban de ser impuestas sobre la comunidad.

En ‘Frostpunk 2’, damos un salto al futuro (30 años más tarde) y tomamos el relevo del anterior capitán para gobernar una civilización en crecimiento, no solo territorial y productivo, sino también intelectual y político. De esta manera, se amplia la visión y la gestión se vuelve más general, pero al mismo tiempo más compleja y ambiciosa. Ante una población cada vez mayor, no podemos imponer una forma de gobierno, sino consensuarla con los diferentes actores sociales, dando paso a una democracia llena de sombras.
Por tanto, esta secuela nos ofrece un mundo que reconocemos y que, sin embargo, parece haber evolucionado a algo más expansivo y difuso. Este cambio ha sido algo controversial para el público; mientras algunos hablan de un enfoque más politizado, otros echan en falta la cercanía emocional de la obra original. Por mi parte, considero que ‘Frostpunk 2’ ha dado un paso lógico y necesario; se ha replanteado cómo podemos sobrevivir en una sociedad que, tras su desaparición y posterior resurgimiento, está planteándose qué tipo de civilización quiere ser.
La construcción sobre los escombros
Ante esta pregunta, el videojuego propone dos maneras de responderla. De manera inicial, tenemos un modo Historia (compuesto por cinco capítulos con contenido para más de diez horas de juego) que nos proponen un aprendizaje progresivo de las mecánicas del juego y un conocimiento profundo de las posibilidades narrativas del mismo. Este apartado está concebido como un tutorial que se va expandiendo a través de micro historias que nos permiten ser conscientes de las dimensiones del juego.
A pesar de que el propio modo Historia cuenta con un nivel alto de rejugabilidad (ya que cada decisión que tomemos, va a dar lugar a consecuencias concretas), ‘Frostpunk 2’ también incluye el Constructor de Utopías, un sandbox que nos permite experimentar todavía más con las posibilidades del juego, introduciéndonos en las dinámicas que dan lugar a las facciones políticas que protagonizan la historia.
En la jugabilidad, el cambio hacia una visión más amplia de la sociedad se materializa a través de sus mecánicas de city builder. Como forma de reducir los tiempos, se ha optado por construir distritos completos con diferentes funciones (vivienda, extracción, alimentación, industrial, logística) y edificios relacionados. El carácter gélido del universo se ha mantenido no solo en el control de las temperaturas de estas construcciones, sino también en la necesidad de romper el hielo de los terrenos para poder edificar sobre ellos (algo que nos resta tiempo, aunque sea un detalle interesante).
Del mismo modo, la gestión urbanística sigue teniendo un gran peso. Aunque hayan podido ampliarse los recursos a los que tenemos acceso (con el petróleo como elemento fundamental), es importante marcar una coherencia a la hora de establecer distritos, de manera que las viviendas puedan compartir energía o que los viveros generen mayor producción. Además, la orografía del terreno también puede ser decisiva en la viabilidad de nuestras propuestas urbanísticas, por lo que nunca hay que olvidar la brutalidad de las tierras sobre las que estamos construyendo.
La clave de esta secuela está en que esos pequeños cambios consiguen favorecer nuevos aspectos como la exploración, la tecnología y la innovación dentro de una gestión más compleja y general. Esto se consigue implementando tres nuevas mecánicas que darán la vuelta al tablero de juego: las colonias, el centro de investigación y el consejo.
La colonización de nuevas tierras
Ante una sociedad cada vez más demandante de recursos, es necesario expandir la mirada hacia nuevos territorios; o, en otras palabras, hacia nuevas fuentes de progreso. Aquí es donde entra en juego la colonización como método para expandir la población y obtener nuevos recursos que explotar para mantener a nuestra sociedad. Así, como gobernantes podemos mandar expediciones a tierras cercanas y desconocidas, con la esperanza de encontrar fuentes fósiles que permitan el asentamiento en esos territorios.
A través de caminos y rutas aéreas, podremos conectar estas nuevas colonias a nuestra ciudad principal. Estas pequeñas sociedades se desarrollarán de forma autónoma, pero carecerán de gobierno propio y de verdadera independencia, por lo que su supervivencia estará supeditada a la del núcleo.
La investigación de una futura civilización
En la obra original, la mecánica de investigación ya estaba presente a través de los talleres. Sin embargo, en esta revisión hay una expansión del concepto habilitando la construcción de centros de investigación por distritos y ampliando las temáticas de las ideas a desarrollar. Ya no solo podremos apostar por innovaciones tecnológicas, sino también definir en qué tipo de sociedad nos queremos convertir.
¿Seremos una civilización nostálgica de las tradiciones del pasado o una nueva que abraza la gélida crueldad del presente? ¿Priorizaremos los derechos de los ciudadanos sobre la productividad y el trabajo? ¿Protegeremos a la infancia fomentando su desarrollo? ¿Tendrán las mujeres un papel activo e igualitario en nuestra sociedad?
Estas son algunas de las cuestiones que podremos responder a través de nuestras investigaciones, las cuales darán origen a propuestas de ley que no se ejecutarán hasta ser aprobadas en el Consejo. Con ‘Frostpunk 2’, damos el paso a un gobierno parlamentario, un sistema más justo, pero ampliamente complejo.
Las luces y sombras de la democracia
Nuestro liderazgo heredado del anterior gobernante es frágil. Ante una ciudadanía que ha demostrado su capacidad de lucha, ya no será nuestra propia opinión la que importe, sino también la de diferentes facciones que agruparán el poder político y social de nuestro pequeño estado.
Cada una de las facciones se regirá en función de su relación con tres conceptos a elegir entre Progreso, Mérito, Razón, Tradición, Adaptación e Igualdad. Así, podremos encontrar una gran variedad de posiciones, teniendo tanto a los Menders (que combinan Adaptación, Igualdad y Tradición) con los Stalwarts (que mezclan Progreso, Mérito y Razón).
Nuestro acercamiento a un tipo de facciones u otras no solo condicionará las leyes de nuestro gobierno, sino también la propia partida del juego. Las decisiones que tomemos y las concesiones que realicemos tendrán ramificaciones amplias y sorprendentes.
Ciertas decisiones complicadas tomadas en momentos de excepcionalidad pueden afectar gravemente al ideal de sociedad que queremos construir. A lo mejor permitimos que los niños trabajen en las minas porque nos hace falta en ese momento. Pero después, ¿cuál será el futuro de esa infancia? ¿Dónde quedarán sus derechos, sueños y esperanzas? ¿Y si mueren en un accidente de trabajo? ¿Será posible dar marcha atrás sacrificando el bienestar del conjunto?
Las contradicciones del ser humano
Lo más conflictivo de todo es que el juego ha diseñado las facciones para que ninguna sea perfecta y todas tengan sus propias luces y sombras. Las que favorecen la productividad, seguramente no estén a favor de la igualdad; y las que apuesten por el progreso, chocarán profundamente con las tradiciones. Por ello, apostar por un tipo de ideas puede llevarnos a tener una sociedad más justa, pero precaria, o incluso una avanzada y productiva, pero carente de libertad.
Y aquí es donde comienzan los debates éticos que caracterizan a esta obra. Todos ellos se ven potenciados por los testimonios y situaciones que el juego nos va a mostrando a lo largo de la partida. Podemos conocer la visión de un hija que ha perdido a su padre por culpa de la enfermedad o la de un hombre con las manos congeladas por el frío que no puede permitirse dejar de trabajar.
El carácter humano y cercano sigue estando presente, pero la perspectiva es más distante. Somos conscientes de que bajo esas luces y sonidos que componen la ciudad hay personas con sus propios deseos y carencias. No obstante, la nueva propuesta de juego nos hace gobernar basándonos en lo que es mejor para el conjunto, dejando a un lado las individualidades que lo conforman.
En busca de una utopía
Dentro del equilibrio entre lo que es mejor para el pueblo y lo que demanda a través de sus facciones, entra en juego nuestra propia ideología. En la vida real, trabajamos por conseguir un tipo de sociedad concreta, no solo en lo que votamos, sino en lo que ideas que exponemos y en cómo tratamos a los demás.
Por eso, cuando uno se planta frente a este dilema, también quiere poner en práctica la sociedad que anhela. Y ahí es donde nos enfrentamos a la parte más dura del juego: el momento en el que comprendemos que la sociedad ideal es inalcanzable. Siempre tendremos que hacer sacrificios para encontrar un equilibrio que no condene a nuestra civilización y que, al mismo tiempo, le proporcione cierto bienestar.
La magia de la metrópolis
Los juegos de gestión se enfrentan a una contradicción constante: deben darle veracidad a un universo que, por otro lado, siempre vemos de forma técnica y expansiva a través de la interfaz. En este sentido, ‘Frostpunk 2’ es un gran ejemplo de diseño gracias a su ambientación. Pequeños detalles como el hielo que nubla la pantalla, los colores fríos y metálicos que bañan las construcciones y las luces que iluminan la ciudad hacen que nuestra mirada se vuelva cercana.
Si a esto le sumamos las animaciones y cinemáticas que añade el juego, el resultado es un apartado artístico cargado de belleza y coherencia narrativa que, además, gracias al uso de Unreal Engine 5, consigue elevarse también en el aspecto puramente gráfico.
No obstante, si hay un apartado todavía más importante es el sonido, ya que trabaja en una inmersión más instintiva a través de las voces de los personajes, los efectos de sonido que caracterizan el día a día de la ciudad y, especialmente, la música original del juego. Toda esta compleja banda sonora consolida la parte puramente emocional de esta experiencia que en su recargada interfaz puede pasar desapercibida.
Un océano sin fondo
Tras mis múltiples abalanzas a una propuesta tan interesante como ‘Frostpunk 2’, es hora de abordar la verdadera problemática de este juego: sus increíbles barreras de entrada para el jugador. A pesar de proponernos cuatro tipos de dificultades, su jugabilidad es extremadamente difícil para cualquier usuario no habituado a juegos de gestión e inexperto en el anterior juego.
De manera inicial, el jugador se enfrenta a interfaz completamente cargada de información y difícil de interpretar. En mi caso, jugué en una televisión de bastantes pulgadas y aún así tenía que acercarme a la pantalla para terminar de leer bien los textos y los iconos porque aparecían demasiado pequeños y no había muchas opciones de ampliación.
Por otro lado, esa interfaz esconde unas mecánicas bastante amplias y complejas para comprender y memorizar. Esto se ha intentado suavizar con un tutorial progresivo y con accesos directos a la guía para consultar información y consejos. No obstante, esta ayuda resulta insuficiente, por lo que la sensación inicial del jugador es de confusión y estrés. De hecho, casi todo el rato tuve que tener el móvil al lado para consultar en internet conceptos que me costaba resolver solamente con la guía del juego.
A esto se suma la adaptación de los controles a un mando de consola. En este caso, creo que se ha abordado de la mejor manera posible, incluyendo atajos en los gatillos y usando los botones para confirmar o cambiar acciones. Sin embargo, es cierto que no se sienten de manera natural o intuitiva y como jugador de consola tienes que pasar un proceso inicial de adaptación.
El resultado de todo esto es que tenemos una propuesta de juego con mucho potencial que exige demasiado a los jugadores o, simplemente, espera mucho esfuerzo por parte de ellos. En mi caso, me he enamorado profundamente de lo que el juego me propone, pero sé que el coste para disfrutar de esto es muy grande. Voy a necesitar mucho tiempo, mucha paciencia y una gran gestión de la frustración para poder apreciar todo lo que este juego me ofrece.
Vuelta al punto de partida
Así, volviendo al punto inicial de este análisis, me pregunto si en una realidad donde el ocio es limitado y las fuerzas fallan, ¿seré realmente capaz de darle tanto de mí a este juego o finalmente me rendiré ante una propuesta más accesible y efectiva?
Podemos concluir señalando que ‘Frostpunk 2’ es consecuente con su propuesta. Te da tanto como te quita y va hasta las últimas consecuencias. Para poder disfrutar de su complejidad y reflexiones, es necesario implicarse y darle todo. Solo al final del camino sabremos si realmente merece la pena.
Puedes consultar nuestro análisis del juego para PC