La San Diego Comic-Con Málaga lleva unos días siendo tendencia en redes sociales y medios de comunicación. La sensación general, pese a los nombres estelares que han participado, es profundamente negativa: se suceden los comentarios negativos que hablan sobre colas interminables, restricciones exageradas a la comida y la bebida, una falta evidente de información…
Mi compañera Laura Carnicer y yo hemos asistido los cuatro días que el evento ha durado. Ella ha acudido como una usuaria más, mientras que yo he disfrutado de una acreditación para prensa. Laura transmitirá su visión en un artículo que se publicará próximamente; lo que se cuenta a continuación es mi experiencia.
Tengo tantas cosas que contar que, de cara a no escribir ningún artículo demasiado largo, voy a dividir mi relato en más de una parte. En esta ocasión, solo voy a comentar la primera jornada.
Día 1: malos presagios
El primer día, tuve problemas para recoger mi acreditación. Me coloqué en la fila designada y, cuando me llegó el turno, me comunicaron que mi nombre no aparecía en la lista de acreditados. Me animaron a esperar hasta el que problema se solucionara. Tras una larga espera, comprendí que esa fila, la de la izquierda, estaba destinada a creadores de contenido; la fila para prensa era la de la derecha. Sin embargo, nada indicaba esta distinción entre filas, de modo que mi descubrimiento se produjo por intuición.
Obviamente, esto no me causó una buena primera impresión.
La entrada para prensa era ágil y estaba despejada. Por el contrario, las colas para usuarios presentaban unas dimensiones considerables; eso sí, eran una broma en comparación con lo que se iba a vivir en los días siguientes -sobre todo, el fin de semana-.
Asimismo, aquí comenzaron los problemas relacionados con los controles de acceso. El primer día, no se podía introducir ni comida ni agua. Pese a que esta medida estaba anunciada, no dejaba de ser una restricción muy alejada de lo que puede considerarse razonable; sobre todo, teniendo en cuenta que la actividad económica principal de este evento no se inserta en el terreno de la hostelería.
Una zona de stands abarrotada
Una vez dentro del recinto, accedí al edificio del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga y me dirigí al pabellón donde se reunían la mayoría de stands de tiendas (FNAC, Comic Stores…), artistas y compañías (Bandai Namco, Nintendo…), películas promocionadas (Tron: Ares, Predator: Badlands…), etc.

La movilidad no era fluida. Había demasiadas personas aglomeradas y los espacios entre stands eran considerablemente estrechos. Las colas para realizar cualquier actividad (desde hacerte una foto en la moto de Tron: Ares hasta conseguir la firma de algún artista) obligaban a esperar una cantidad de tiempo importante.
Personalmente, esperé alrededor de media hora para conseguir una firma y una foto de John Romero (cocreador de DOOM, Quake y Wolfenstein 3D), quien se mostró amable y cercano.
De nuevo, toca decir que estas aglomeraciones y estos tiempos de espera se vieron ampliamente sobrepasados en los días siguientes.
El drama de la comida y el caos del Hall M
Antes de asistir al primer evento en el Hall M, el principal espacio habilitado con más de 3.000 asientos, comí en uno de los puestos presentes en el recinto. Opté por una hamburguesa y unas patatas que costaban 17,50€. El precio parecía exagerado (más aún si se tiene en cuenta la prohibición de introducir comida de fuera), pero quedaba la esperanza de que, al menos, el producto tuviera cierta calidad.
Nada más lejos de la realidad.
No exagero al afirmar que se trata de una de las peores hamburguesas que he tomado en mi vida: excesivamente gruesa, quemada y poco sabrosa. Por su parte, las patatas eran de bolsa, lo que las hacía más comestibles.
Después de esta comida tan decepcionante, me dirigí al Hall M. Fuera del recinto, esperaban, bajo un intenso sol, dos colas enormes de personas con y sin reserva. En ese momento, comenzó un nuevo periplo para mí, ya que me proporcionaron instrucciones contradictorias sobre cómo la prensa debía acceder a este hall. Finalmente, tras varios viajes, pude entrar desde el interior del edificio principal por una puerta lateral.
Una vez en el interior, fui informado de que mi entrada había sido irregular, pues se debía haber producido desde el exterior, información contradictoria respecto a lo que se me había dicho previamente.
En fin, mi paciencia comenzaba a acercarse a cierto límite.
Dicho esto, el Hall M era espectacular por sus dimensiones, así como por el tamaño y la calidad de las tres pantallas situadas sobre el escenario frontal. La primera charla en este espacio reunía a Pedro Alonso (La casa de papel, Berlín), Aaron Paul (Breaking Bad) y Luke Evans (La bella y la bestia). La excusa de este encuentro (a mi parecer, algo vaga) se encontraba en el hecho de que estos tres actores han interpretado a personajes éticamente cuestionables.
Fue una charla agradable, aunque sin grandes declaraciones ni sorpresas. Cabe decir que tuve suerte de poder seguir la conversación gracias a mi aceptable nivel de inglés, pues se facilitó al público una traducción simultánea (a la que se accedía por QR) realizada por inteligencia artificial cuyos resultados eran bastante deficientes.
Laura podrá contar mejor cómo se vivió la espera en la cola exterior del Hall M destinada a las personas sin reserva. Puedo adelantar que se generó una tensión creciente. Muchas personas, pese a hacer cola durante varias horas bajo el sol, no pudieron entrar a este evento ni al siguiente. A su vez, presuntamente, una cantidad importante de usuarios sin reserva se colaron por el deficiente control de acceso instalado en la entrada; allí se denunciaba que no se estaban verificando los QR que diferenciaban a las personas con reserva para la actividad.
Por mi parte, también pude entrar al segundo acto celebrado en este espacio. Reunía a Dafne Keen (Logan), Natalia Dyer (Stranger Things) y Gwendoline Christie (Juego de tronos), quien elevó notablemente el nivel de la actividad con su poderosa presencia, sus inteligentes reflexiones y el genuino cariño que mostró hacia los allí presentes.
Una ceremonia de inauguración decepcionante
El día acabó en el Hall M con la ceremonia de inauguración. Fue un acto previsible, aburrido y sin sorpresas, con una presencia institucional que ocupó la mayor parte del tiempo. Más allá de eso, se proyectó uno de los famosos anuncios que están promocionando Andalucía en los últimos tiempos (concretamente, el protagonizado por Hans Zimmer) y se desplegó una coreografía con numerosos bailarines; este último espectáculo fue correcto, pero su impacto fue insuficiente para levantar un evento inaugural deslucido.
Aquí acaba la primera parte del relato sobre mi experiencia en la Comic-Con, centrado en el primer día. Se trató de una jornada problemática, algo aliviada por las ventajas proporcionadas por la acreditación de prensa (que, por otro lado, tampoco hace milagros).
Dicho esto, lo peor aún estaba por llegar.