ANÁLISIS MOROS PROTOCOL PARA PC
Moros Protocol es un shooter en primera persona con elementos roguelite que apuesta por una mezcla de estética retro y ciencia ficción oscura. La propuesta para PC del estudio Pixel Reign nos sitúa en la nave Orpheus, un espacio en ruinas y plagado de horrores alienígenas, donde el protagonista despierta sin memoria y guiado únicamente por una voz enigmática.
La estructura del juego se basa en avanzar por zonas generadas parcialmente de forma procedural, tomando decisiones sobre rutas y enfrentándose a oleadas de enemigos hasta llegar a un jefe. Cada muerte supone un regreso al inicio, aunque con la posibilidad de conservar ciertos recursos para desbloquear mejoras permanentes, lo que refuerza la idea de ensayo y error tan propia del género roguelite.
Lo que en un principio podría parecer un homenaje directo a los “boomer shooters” clásicos se transforma en una experiencia más táctica gracias a la gestión de recursos. La munición es escasa y obliga a usar con inteligencia el combate cuerpo a cuerpo, aprovechar el entorno y disparar de manera precisa. Esta limitación añade tensión y convierte cada encuentro en un reto donde planificar importa tanto como reaccionar rápido. Los combates contra jefes destacan especialmente, con patrones de ataque que recuerdan a los juegos “bullet hell”, exigiendo movilidad, reflejos y precisión. Son momentos intensos y espectaculares que suelen marcar los puntos álgidos de cada partida.
La progresión entre intentos se apoya en un sistema de mejoras permanentes. A medida que se avanza y se muere, los recursos obtenidos permiten ampliar vida, munición o armas iniciales, lo que da una motivación adicional para seguir jugando. Sin embargo, no todo el peso recae en ese sistema: la estructura de nodos de cada zona, inspirada en títulos como FTL, ofrece rutas alternativas que implican mayor riesgo o mayores recompensas, añadiendo un factor estratégico al avance. La duración de cada recorrido, de unos veinte minutos, consigue que las partidas sean manejables pero también lo bastante largas como para sentir progresión real.
En lo visual, Moros Protocol brilla con un estilo distintivo. Su estética low-poly pixelada, acompañada de efectos modernos de iluminación, construye una atmósfera densa y sangrienta con tintes de body horror. La música y los efectos de sonido refuerzan la tensión constante, logrando una ambientación inquietante que encaja bien con su tono de ciencia ficción oscura. La sensación de claustrofobia y peligro nunca desaparece, lo que convierte al escenario en un personaje más dentro de la experiencia.
Aun con estos aciertos, el juego arrastra algunas limitaciones. La variedad de enemigos no es muy amplia y muchos arquetipos se repiten con ligeras variaciones, lo que puede dar sensación de monotonía tras varias partidas. Del mismo modo, algunas salas tienden a ser demasiado similares entre sí, restando frescura a un entorno que se presenta como cambiante. El sistema de mejoras, aunque funcional, carece de profundidad; varias de las opciones no modifican sustancialmente la estrategia ni generan grandes diferencias entre runs, lo que puede decepcionar a quienes buscan mayor complejidad en la progresión.
También existe un fuerte componente de azar en el equipamiento que aparece, lo que a veces hace que la habilidad del jugador se vea condicionada por la suerte más de lo deseado. Además, la progresión meta puede sentirse lenta, pues los desbloqueos importantes tardan en llegar, reduciendo en ocasiones la recompensa inmediata tras cada intento fallido. Técnicamente el juego funciona de manera correcta, aunque puede presentar tirones al cargar nuevas habitaciones o en los enfrentamientos más exigentes.
