ANÁLISIS MASHINA PARA PC
He de decir que cuando vi por primera vez Mashina, lo que más me llamó la atención (por una cosa o por otra) fue su estética. Tras haberlo jugado (de manera muy relajada, eso sí), hoy os vengo a hablar de Mashina, en su análisis para PC.
Lanzado el pasado 31 de julio sólo en PC (seguramente decisión tomada ya que el tipo de juego no invita a ser lanzado en otras plataformas más “casual”), estamos ante lo que se podría llamar una aventura de excavación.
Seremos Mashina y la jugabilidad del título se basa en una mecánica de excavación similar a juegos como Motherload o SteamWorld Dig, con una mezcla de exploración subterránea 2D y un mundo sobre el suelo en 3D. Así pues, tocará excavar, recolectar minerales e ingredientes y gestionarlos en un inventario tipo Resident Evil 4, lo que añade un componente táctico al ordenamiento de objetos.
Lejos de buscar ser un sandbox complejo, Mashina busca ser una experiencia relajada y divertida. La progresión se sostiene mediante la venta de recursos y la ejecución de misiones para otros robots, lo que permite adquirir mejoras para la excavadora, transporte subterráneo o herramientas como cintas transportadoras y ziplines que automatizan parte del proceso. Lo bueno es que estos sistemas de automatización no son lo más importante del título.
Como decía, aquí venimos a pasar un rato relajado: No hay límites de tiempo ni economías rígidas; más bien, el juego invita a «sentirse bien», ya sea al recorrer los túneles o interactuar con los personajes en la superficie. Las tareas y misiones tienen un enfoque relajado: pulir, excavar y progresar a un ritmo propio, casi como cultivar un jardín.
En cuanto a su estética, el tono diferenciador está claro. Todo en el juego (personajes, elementos del entorno, ítems) está hecho a mano con objetos reales y animado mediante stop-motion, lo que le da una textura auténtica y reconocible. Esta estética logra un mundo imperfecto, ligeramente áspero, pero cargado de alma, con un “look lo-fi” que destaca claramente.
En lo sonoro, tenemos una banda sonora compuesta por sintetizadores retro que evocan la era de GameCube, junto con efectos sonoros también sintetizados, creando un entorno auditivo que es a la vez nostálgico y envolvente.
Lo que más me ha gustado ha sido su estética artesanal única: Stop-motion con objetos reales, lo que aporta una identidad original y memorable. Además, estamos ante una jugabilidad accesible y amigable: excavación relajada, gestión de recursos sencilla, y progresión lo bastante sustancial sin ser exigente.
Pero también hay cosas que no me han gustado tanto. Su profundidad es limitada y falta ambición en la historia o variedad de mecánicas profundas. Además, el ritmo quizás sea demasiado suave.
Entrando ya en el terreno de las conclusiones, he de decir que Mashina es una joya artesanal en forma de videojuego. No destaca por su complejidad técnica ni narrativa ambiciosa, pero sí por su enfoque en la estética hecha a mano, la exploración relajada y una atmósfera reconfortante. Es ideal para quienes buscan desconectar sin presión, disfrutar de un mundo hecho con cariño, y sumergirse en una experiencia emocionalmente cálida. Recomendada fuertemente para fans de juegos «cozy».
