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Análisis de Mycelium Heaven

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Análisis Mycelium Heaven
ANÁLISIS MYCELIUM HEAVEN

Los juegos de puzles no suelen prodigarse mucho en cuanto a grandes lanzamientos. En los últimos tiempos hemos asistido a algunos muy interesantes, como Freshly Frosted o Divide By Sheep, pero reconozco que, en lo personal, la ausencia de una narrativa clara suele dejarme con poco que comentar. Sin embargo, Mycelium Heaven ha conseguido romper esa norma. Me ha sorprendido, me ha enganchado y, tras dedicarle una semana entera, os cuento mi análisis en PC. 

Este título presenta una propuesta de puzzles tipo sokoban con una vuelta de tuerca muy original: en lugar de huir de los zombis, aquí los perseguimos. Controlamos a un grupo de setas cuyo objetivo es devorar a los no muertos. Es una inversión de roles que resulta tan curiosa como efectiva, especialmente por el diseño visual, que apuesta por un tono encantador y accesible. 

Debo admitir que mi primera toma de contacto no fue positiva. Probé los niveles introductorios (que funcionan como un tutorial visual, ya que el juego no ofrece explicaciones escritas) y terminé algo mustio la partida sin comprender del todo las mecánicas. Después, decidí darle una segunda oportunidad, y me alegra haberlo hecho: detrás de esa primera barrera se esconde un juego tan ingenioso como desafiante. 

La mecánica, aunque sencilla en su planteamiento, tiene más profundidad de la que aparenta. Partimos de una cuadrícula con casillas claras —donde podemos expandirnos— y oscuras —que no están disponibles inicialmente—. Al ocupar una casilla, esta se vuelve morada. Para desbloquear nuevas zonas, debemos plantar setas en una casilla tres veces, lo cual consume puntos de energía. Solo contamos con tres de estos puntos, que se regeneran al comernos a los zombis. El objetivo de cada nivel es claro: consumir a todos los zombis presentes. 

A pesar de esta aparente simplicidad, Mycelium Heaven logra ser un título exigente, especialmente en sus niveles más avanzados. A menudo los juegos de puzzles me terminan aburriendo, ya sea por su exceso de dificultad o por volverse tediosos. Este no ha sido el caso. El juego encuentra un equilibrio muy bien medido entre reto y accesibilidad. Además, cada estación del año introduce nuevas mecánicas, lo que aporta frescura constante al desarrollo. Incluso cuando los niveles se alargan, no se hacen pesados. Se mantiene esa sensación de satisfacción constante, esa pequeña recompensa intelectual que ofrecen los puzzles bien diseñados: cuando logras resolver un mapa que parecía imposible, la experiencia es realmente gratificante. 

Otro aspecto destacable es su amplio contenido. El juego incluye 120 niveles distribuidos en distintas estaciones, cada una con su propia ambientación y mecánicas particulares. Desde tumbas con cuenta atrás, setas invasoras, zombis saltarines, caracoles depredadores hasta flores que debemos plantar. Esta variedad de elementos evita la monotonía y demuestra que no es necesario recurrir a mapas excesivamente grandes para ofrecer un buen desafío. 

En definitiva, Mycelium Heaven es una propuesta excelente para quienes buscan un juego de puzzles equilibrado, con una dificultad bien calibrada, una estética cuidada y una ambientación envolvente. Una pequeña joya del panorama indie que, sin hacer ruido, logra dejar huella

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