Análisis de Flesh Made Fear

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ANÁLISIS FLESH MADE FEAR EN PC

Resident Evil. Tan sólo esas dos palabras sirven para definir mucho y decir muchas cosas. Y hoy os vengo a hablar de Flesh Made Fear, uno de esos juegos que te recuerdan por qué te enamoraste del survival horror. Desde el primer minuto, el título de Tainted Pact Games me devolvió a esa época de los clásicos de la primera PlayStation, cuando los ángulos de cámara fijos, los controles tanque y la escasez de munición eran sinónimo de tensión pura. Aquí no hay concesiones a la modernidad ni acción desmedida: todo está diseñado para hacerte sentir incómodo, vulnerable y constantemente observado. 

A nivel de historia, ésta arranca en una ciudad devastada por los experimentos de un agente de la CIA conocido como Victor “The Dripper” Ripper, un nombre que ya deja claro que nada bueno puede salir de ahí. Lo que más me llamó la atención no fue tanto el argumento en sí, que sigue una estructura bastante clásica dentro del género, sino su atmósfera. Cada habitación parece tener su propia respiración, cada pasillo una amenaza que puede saltarte encima en cualquier momento. Se nota que el estudio ha querido recuperar esa sensación de miedo ambiental que tantos juegos actuales olvidan en favor del susto fácil. 

Antes de empezar, puedes elegir entre dos protagonistas: Natalie, con menos salud, pero mayor capacidad de inventario, o Jack, más resistente, aunque limitado para transportar objetos. Esa pequeña diferencia cambia bastante la manera de jugar, ya que obliga a replantearte cómo gestionas cada recurso. En mi caso, empecé con Natalie, y pronto comprendí que no podía desperdiciar ni una sola bala. La munición es escasa, los enemigos resisten más de lo esperado y el inventario lleno se convierte en un enemigo más. A veces tenía que decidir si cargar con un botiquín o guardar espacio para una llave que quizá necesitaría más adelante. Es una mecánica sencilla, pero muy efectiva para mantener la tensión. 

Los controles tipo tanque pueden sentirse torpes al principio, sobre todo si vienes de títulos más modernos, pero conforme pasan los minutos te das cuenta de que todo se hace en pos de esa sensación de vulnerabilidad. Girar con lentitud mientras oyes algo moverse a tu espalda provoca una sensación genuina de terror. Los ángulos de cámara fijos contribuyen a esa incomodidad, jugando constantemente con la visibilidad. Muchas veces sabía que había algo en la habitación, pero no podía verlo hasta que daba un paso más, y eso generaba un suspense delicioso. 

Flesh Made Fear no busca revolucionar nada, sino recuperar una forma de entender el horror que prioriza el ambiente sobre la acción. Los puzles están bien integrados en los escenarios y nunca resultan absurdos ni imposibles. De hecho, resolverlos aporta pequeños respiros entre tanta tensión, aunque el juego nunca te deja relajar del todo. Las zonas de guardado, limitadas y separadas por buena distancia, te obligan a medir el riesgo antes de avanzar. Esa vieja dinámica de decidir si seguir explorando con poca vida o regresar a guardar sigue funcionando a la perfección. 

Visualmente, el juego tiene un encanto muy particular. Emplea una estética que imita los polígonos toscos y texturas de baja resolución de los títulos de finales de los 90, pero con algunos toques modernos en la iluminación y el sombreado. Es un estilo que puede no gustar a todos, pero que a mí me pareció ideal para lo que propone. El sonido es otro de sus grandes aciertos. La música es mínima, pero los efectos ambientales logran poner los pelos de punta. En más de una ocasión, avancé despacio solo por miedo a lo que pudiera haber tras la siguiente esquina. 

No todo es perfecto, claro. Hay momentos en los que la cámara juega en tu contra de forma demasiado agresiva, y la interfaz del inventario podría ser un poco más intuitiva. Además, algunos enemigos repiten patrones con demasiada frecuencia, y se echa en falta un poco más de variedad en los tipos de amenazas. Pero incluso con esos defectos, el juego consigue mantener su tensión e intención: un homenaje sincero y eficaz al horror clásico. 

Entrando ya en las conclusionesFlesh Made Fear no pretende ser un producto pulido o espectacular; busca que sientas miedo, que te incomode y que te haga dudar de cada decisión. Y lo consigue. Es un título hecho con amor por el género, pensado para quienes disfrutan del sufrimiento lento, de la gestión de recursos y de esa tensión constante que solo los mejores survival horror saben provocar. Para los amantes de este tipo de experiencias, es una pequeña joya que merece ser jugada con las luces apagadas y los auriculares puestos

CONCLUSIONES

Flesh Made Fear no pretende ser un producto pulido o espectacular; busca que sientas miedo, que te incomode y que te haga dudar de cada decisión. Y lo consigue. Es un título hecho con amor por el género, pensado para quienes disfrutan del sufrimiento lento, de la gestión de recursos y de esa tensión constante que solo los mejores survival horror saben provocar. Para los amantes de este tipo de experiencias, es una pequeña joya que merece ser jugada con las luces apagadas y los auriculares puestos

NOTAS

Jugabilidad
8
Historia
7
Gráficos
7
Entretenimiento
8
Oscar M. G.
Oscar M. G.
Amante de los videojuegos, de todos!!

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